Cuento / Relato de: La promesa de la abuela

La promesa de la abuela

«¡Miren que vengo pronto! Traigo conmigo mi recompensa, y le pagaré a cada  uno según lo que haya hecho.» Apocalipsis 22:12 nvi 

Jorge quería mucho a su abuelita. Decía a todos sus amigos que ella era la mejor abuela del mundo. 
Un día la abuela le preguntó a Jorge qué quería para su cumpleaños. Sin vacilar Jorge dijo que quería una pelota como la de Pepe. Jorge le explicó a su abuela cómo era esa pelota. Como su abuela vivía en otra ciudad, no estaría con Jorge en el día de su cumpleaños. Sin embargo, Jorge estaba seguro de que recibiría la pelota. 

«MI ABUELA NO MIENTE»  

Llegó el día esperado, en que Jorge cumplió diez años. Su mamá le preparó un delicioso pastel, su papá le regaló unos pantalones vaqueros, y sus hermanitos le regalaron tarjetas que ellos mismos habían dibujado. Jorge estaba feliz; pero no comprendía por qué no llegaba la pelota prometida por su abuela. 
Esa tarde, cuando vinieron de visita sus amigos, Jorge  lucía sus nuevos pantalones y decía a todos: «Mi abuelita  me ha regalado una linda pelota.» 
Sus amigos querían jugar con la pelota y Jorge tuvo que  decirles que todavía no había llegado.  
–¿Cómo sabes que de verdad tu abuela te va a regalar  una pelota? –le preguntaron sus amigos. 
–Yo lo sé, porque mi abuelita no miente. Ella cumple lo  que promete. 

LLEGÓ UNA CARTA 

Pasaron varios días y Jorge seguía hablando de su pe lota; pero no llegaba ninguna encomienda de la abuela. Al  fin, un día llegó una carta que decía: 
Querido Jorge: Siento mucho no haberte mandado la pelota para tu  cumpleaños. Estuve buscando una de esas pelotas que   quisieras tener; pero no he encontrado ese modelo. Te   envío dinero para que tú mismo la compres. 
Te quiero mucho, Abuela 
–¡Ya ven, ya ven! –gritaba Jorge–. ¡Abuelita no se había  olvidado de la pelota! 
Era verdad. ¡La abuela de Jorge cumplía sus promesas! 

SIMEÓN Y LA PROMESA 

Cuando Jesús nació en Belén, vivía en Jerusalén un buen hombre, llamado Simeón. Dios le había dado una gran promesa: «No morirás hasta que veas al Salvador.» 
¡Cómo anhelaba Simeón que se cumpliera la promesa! Así como Jorge esperaba la pelota que le había prometido su abuela, Simeón esperaba que se cumpla la promesa del nacimiento de Jesús. 
Cierta mañana, el Espíritu de Dios le dijo a Simeón que debía ir al templo. No se lo dijo en una voz que él podía oír, pero en la Biblia leemos que Simeón fue «movido por el Espíritu» para que vaya al templo. 
Ese fue el día en que José y María llevaron a Jesús al templo. Tan pronto como Simeón los vio, tomó a Jesús en sus brazos. Bendijo a Dios, y dijo:  
«Ahora puedo morir tranquilo, porque Dios ha cumplido lo que me prometió. ¡He visto con mis propios  ojos al Salvador!» 

LA GRAN PROMESA 

¿Te gustan las promesas? Hay una gran promesa que no  se ha cumplido todavía. Antes de volver a su Padre en el  cielo, Jesús prometió que regresará. Él dijo que en el cielo  hay lugar más que suficiente para todos y que iba a ir para  prepararnos un lugar. «Cuando todo esté listo, volveré para  llevarlos», dijo Jesús. 
¿Por qué no se ha cumplido aún esta promesa? En la  Biblia está la respuesta. «El Señor no tarda en cumplir  su promesa –leemos en 2 Pedro 3:9–. Más bien, él tiene  paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie  perezca sino que todos se arrepientan.» 

JESÚS VIENE PRONTO 

Jorge confiaba que se cumpliría la promesa de su abuela,  ¡y se cumplió! Jesús ha prometido venir pronto, y que va a  traer recompensas. ¡La promesa se va a cumplir! 
¿Amas a Jesús? ¿Esperas su venida? Arrepiéntete de  tus pecados y recibe a Jesús como tu Señor y Salvador.  Así estarás listo para ir con Jesús al cielo. 
¡Qué maravilloso será el día cuando venga Jesús! 

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