Un regalo para mi maestra
Cuando llegó el mes de julio, el niño trajo un regalo a la maestra. Era un caracol de mar, con una belleza sorprendente, que en rara ocasión se ve entre lo que el océano deja en la orilla: –¿Dónde encontraste este caracol tan extraordinario y único? –preguntó la maestra.
El chico le dijo que conocía un solo lugar donde podían encontrarse caracoles asombrosos. Había una bahía a más de veinte kilómetros que estaba muy escondida y desolada, donde esos caracoles llegaban a la orilla de vez en cuando.
–Pero... es absolutamente hermoso. Lo voy a atesorar para el resto de mi vida –dijo la maestra–; pero no debiste ir hasta allá para darme un regalo.
Recordando la lección que ella les había impartido acerca de dar obsequios, los ojos del niño brillaron, y entonces dijo: –Esa larga caminata es parte del regalo.
Anónimo