EL SILBIDO DEL RUISEÑOR
Una vez un viajero se
puso una mañana en camino para ir a la capital, donde tenía unos asuntos que
resolver. Iba admirando la belleza de la campiña, cuando se encontró con otro
hombre que llevaba sujeto a la cintura un talego de mijo cuyos granos iba
esparciendo por la carretera.
“Este hombre debe estar
loco –pensó el viajero-. ¡Cómo puede esparcir la simiente en el camino, donde
ni un solo grano crecerá!” Y cuando llegó hasta él, le dijo en voz alta:
-¡Eh, buen hombre! ¿Pero
no ve usted que lo que está haciendo es una tontería? Las carreteras son de
todos y en ellas no se puede sembrar. Además, en seguida vendrán los pájaros y
se comerán todos esos granos de mijo que usted está desperdiciando.
Al oír aquello, el
hombre se detuvo y, dirigiéndose al viajero, le contestó:
- Voy a demostrarle que
las cosas no son siempre lo que parecen. Venga, siéntese aquí unos momentos al
lado del camino y le contaré algo que sucedió hace mucho tiempo.
Los dos hombres se
acomodaron bajo un árbol, y entonces el que había estado esparciendo la semilla
habló de este modo:
“Hace muchos, muchísimos
años, el rey que gobernaba había depositado su confianza en un tesorero. Era
éste un hombre de origen humilde, pero por su propio esfuerzo, inteligencia y
honradez había llegado a hacer fortuna y a ganarse las simpatías y el favor de
su soberano. Como sucede siempre, esta preferencia hizo que muy pronto los más
importantes personajes de la corte empezaran a sentir envidia del favorito y a
maquinar asechanzas contra él.
- Lo que tenemos que
hacer es demostrar al rey que ese hombre es un malhechor y que, traicionando la
confianza que ha depositado en él, está tramando un complot para asesinarlo y
sentarse en su trono – dijo el chambelán.
- Y, ¿cómo lo
conseguiremos? –observó uno de los grandes señores allí reunidos-. El rey le
hará mas caso al tesorero que a nosotros y no prestará oídos a nuestras palabras.
- Nada más fácil –le
contestó el chambelán-. Sobornaremos a unos cuantos testigos, quienes
confesaran bajo juramento que eran cómplices del tesorero.
Todos
aprobaron esta idea, y enseguida pusieron manos a la obra. Cuando tuvieron
comprados los testigos se fueron a ver al soberano y, simulando una gran
indignación, le hicieron ver que el tesorero era un malvado traidor.
-
Entréguenos a ese hombre –le dijeron- para que hagamos caer sobre su cabeza
todo el peso de la justicia.
Al
principio, el rey no lo quería creer. Pero tanto y tanto le insistieron, que el
buen soberano no tuvo más remedio que admitir la traición de su tesorero. Con
todo, como quiera que éste negaba rotundamente haber fraguado el complot que le
atribuían, el rey no quiso que le aplicaran enseguida la pena de muerte.
-
Llévenlo a un claro del bosque –dijo- donde el sol caiga sobre él durante todo
el día y déjenlo allí atado a un árbol hasta que confiese su culpa.
Lo
hicieron así, y allí permaneció el falso culpable durante siete días y siete
noches, sin comer ni beber. Al cabo de ese tiempo, el chambelán, deseando
deshacerse cuanto antes del tesorero, fue a ver al rey y le dijo:
-
Señor, ese hombre ha cometido un delito tan grande que jamás confesará su
culpa. Sometámoslo a una prueba. Vayamos a verlo y pidámosle que silbe. Si
logra hacerlo, es inocente, y si no, será culpable.
El
rey aceptó la propuesta, confiando en que, de aquel modo, al fin podría salir
de dudas.
Al
otro día, una gran comitiva, con el rey a la cabeza, se puso en camino y se
dirigió al bosque. Cuando llegaron a él, se adelantó el chambelan y le dijo así
al preso:
-
Eres un traidor y un malvado; pero nuestro rey, en su gran bondad, quiere
someterte a una última prueba. En su nombre, yo te ordeno que silbes. Si así lo
haces, quedará demostrada tu inocencia; si no, prepárate a sufrir la última
pena, como reo del delito de alta traición.
Pronunciadas
estas palabras, se produjo un gran silencio. Todos permanecieron a la
expectativa, concentrando sus miradas en la figura del prisionero. En vano hizo
éste un gran esfuerzo para juntar sus labios e impulsar el aire a través de
ellos de modo que se produjera un silbido: tenía la boca tan seca, tan hinchada
la lengua y rígidos los músculos de la cara que le era imposible hacer el más
pequeño movimiento…
Ya iba el chambelán a
pronunciar la fatídica sentencia, cuando de pronto, ante la sorpresa del propio
prisionero y de cuantos se encontraban allí, se escuchó un prolongado y agudo
silbido procedente del lugar donde estaba atado. Aquel hecho causó gran alegría
al rey, pues consideró que demostraba claramente la inocencia de su favorito.
En cambio, el chambelán y los grandes señores que con él se habían confabulado
se llenaron de miedo, y no pudiendo explicarse lo sucedido, consideraron que
era justicia de Dios y cayeron de rodillas confesando su maldad.
- Y, ¿sabe usted de
dónde vino aquel silbido? –concluyó el hombre-. Pues de un ruiseñor que se
había posado, sin ser visto por nadie, junto a la cabeza del prisionero…”
- Está bien –dijo el
viajero-. La historia es bonita; pero no veo qué relación puede tener con el
despilfarro de mijo que estaba usted haciendo tirándolo en la carretera…
- ¿Es que no lo ha
comprendido? –exclamó el hombre-. Yo esparzo esta semilla en el camino por
gratitud: aquel ruiseñor le salvo la vida a mi tatarabuelo, que fue el tesorero
de esta historia y quiso dejar testimonio de su agradecimiento ordenando a sus
descendientes que, una vez al año, vinieran aquí, en las proximidades del lugar
donde esutvo a punto de perder la vida, a echar un talego de mijo, de modo que
cuantos ruiseñores viven en los contornos puedan encontrar los granos los más
fácilmente posible…
Vocabulario
Encuentra estas palabras en la lectura, subráyalas y
aprende sus significados.
Asechanzas : Engaños
para causar un mal a alguien.
Labrar : Mover
la tierra haciendo surcos para sembrarla.
Talego : Bolsa
de tela que usan los campesinos.
Mijo : Semilas de una planta parecida al trigo.
Necedad : Algo
que se hace sin cuidado o sin inteligencia.
Simiente : Semilla
de cualquier planta.
Fraguar : Planear
o acordar algo para hacer daño o perjudicar a una persona.
Confabular : Ponerse
de acuerdo dos o más personas en secreto para perjudicar a alguien.
Despilfarro
: Uso
que se hace de algo gastando más de lo necesario.
Comprensión de lectura
Después de
leer atentamente, responde estas preguntas en tu cuaderno.
¿Por qué el viajero pensó que el hombre era
un loco?
¿De qué modo el tesorero se había ganado la confianza del rey?
¿Qué complot organizó el chambelán contra el honrado tesorero?
¿Qué hicieron para que el rey les creyera a los complotadores?
¿Cuál fue la determinación del rey para que el tesorero confesara sus “culpas”?
Como el tesorero no confesaba, ¿qué maldad se le ocurrió al chambelán para convencer
al rey?
¿Por qué el pobre tesorero no pudo silbar?
¿Qué hecho sorprendente ocurrió entonces?
Para explicar
¿Por qué el hombre echaba semillas de mijo en la
carretera una vez al año?
¿Qué otro título le pondrías a la lectura?
¿Qué es la envidia? ¿Por qué la envidia hace maslas
a las personas?
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