Cuento / Relato de: La fe de Panchita

La fe de Panchita

«Adora al SEÑOR tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu agua.» Éxodo 23:25, NVI 

En el pueblo donde vivía Panchita no había llovido  por mucho tiempo. Los campesinos estaban desesperados porque los sembríos se secaban más y  más. Si no llovía pronto, no habría cosechas. 
«¿Qué comeremos y qué daremos de comer a nuestros  hijos? –se preguntaban las madres–. Nos vamos a morir de  hambre.» 

LOS «ALELUYAS» 

En el pueblo había una iglesia evangélica. La gente les  decía los «Aleluyas». Varias veces por semana se reunían  en un pequeño local alquilado para alabar al Señor y estudiar la Biblia. Panchita nunca faltaba a las reuniones. Muchos los consideraban locos y  fanáticos. En la escuela los compañeros de Panchita se burlaban de ella. Pero la niña no les hacía caso, porque amaba de todo corazón a Jesús. 

ORARON POR LLUVIA 

Un día los «Aleluyas» decidieron reunirse para pedir a Dios que les mande lluvia. Invitaron a todos los pobladores a un culto de oración. Panchita fue con su mamá y su papá. Cantando una alegre melodía iba camino al culto llevando un paraguas debajo del brazo. 
–¿Para qué llevas ese paraguas? –le preguntaron sus amigas. 
–No quiero mojarme al volver del culto –respondió animada. 
–Pero no ha llovido hace tiempo y el cielo está despejado. ¡Qué chiste! –le contestaron sus amigas, riéndose. 
–Ah, pero estoy en camino al culto para pedir lluvia –dijo  Panchita, llena de fe. A eso sus amigas no respondieron nada.  

PANCHITA TENÍA FE 

Parece que Panchita era la única que iba al culto llena de  fe y confianza en Dios. 
Esa noche subieron muchas oraciones al cielo. Gente que  nunca antes había asistido al culto se había acercado para  orar. La desesperación del pueblo era grande. –Dios mío, envía lluvia –pedían unos. 
–Señor del cielo, abre tus ventanas –oraban otros. 
–Padre nuestro, no te olvides que necesitamos lluvia para  tener pan –clamaban las madres. 
–Papito lindo, gracias porque nos darás lluvia –oraban las  ancianas. 
Panchita oró con fe y salió a la calle para ver si empezaba  a soplar el viento. 

SORPRESA DEL CIELO 

Mientras los pobladores clamaban y lloraban pidiendo  lluvia, el cielo se iba preparando para enviar la respuesta. Cuando habían clamado y orado por un buen rato, Pan chita entró corriendo a dar la noticia: 
–¡La lluvia viene! ¡Está soplando un viento fuerte! 
–No puede ser –dijeron unos ancianos–. No ha llovido por mucho tiempo. 
–Pero es verdad –decía Panchita, llena de emoción–. ¿Por qué piden lluvia si no creen que Dios les contestará? ¡Salgan a ver! 
Muy dudosos salieron a mirar y se llevaron una gran sorpresa. ¡Se aproximaba una tormenta! El viento soplaba cada vez con más fuerza y se podían sentir las primeras gotas de agua. 

PANCHITA NO SE MOJÓ 

Esa noche todos llegaron mojados a sus casas; todos menos Panchita. ¡Ella llevó un paraguas para protegerse! Sus padres la miraban avergonzados. Ellos no habían tenido fe, pero su hija sí. Le agradecieron por haberles dado una hermosa lección de fe. 

EL PODER DE LOS «ALELUYAS» 

No sólo los padres de Panchita aprendieron una lección.  La gente del pueblo se dio cuenta de que los «Aleluyas»  tenían poder con Dios, y no volvieron a burlarse de ellos.  En la escuela las amigas admiraban a Panchita. Todos se  habían enterado de su fe y del paraguas que ella había  llevado al culto de oración. 

DIOS ES PODEROSO 

Lo que Dios hizo para el pueblo donde vivía Panchita lo  puede hacer en cualquier lugar. Él tiene todo poder. Dios es  tan poderoso hoy como ayer. En cualquier necesidad que  tengas, el Señor tiene poder para ayudarte. ¡Confía en Él de  todo corazón! 

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