LA WACHWA Y LA ZORRA
Preguntaba a la wachwa una zorra el por qué sus hijuelos tuvieran las patitas coloradas. —Sabrás que yo acostumbro ponerlos sobre las brasas, y el fuego se las enrojece.
Hizólo así la zorra, que deseaba para sus hijos patitas encarnadas y los infelices cachorritos sucumbieron, no dejando más recuerdo que sus cenizas.
Encolerizada la zorra, buscaba a la malvada wachwa; pero ésta, que lo vio venir, puso a las espaldas sus polluelos y de un vuelo cayó al otro lado del río.
Así se libró de la zorra poniendo el río por medio, mientras ésta buscaba un paso, en la imposibilidad de vadearlo.
Esto nos enseña que debe uno estar satisfecho con aquello que la naturaleza le otorga.