Cuento / Relato de: La niña sin sonrisa

La niña sin sonrisa

Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios. 1 Tesalonicenses 5:18 

Patricia, ven a almorzar –llamó la mamá desde la cocina. 
–No quiero –contestó Patricia–. Estoy ocupada. Pero cuando oyó los pasos de su papá, no se atrevió a desobedecer. Con cara larga y ojos enojados fue a sentarse a la mesa. 

NO QUERÍA SONREÍR 

–¡Qué cara fea y triste es esa! –le dijo su papá–. Danos una sonrisa, por favor. 
–No me gusta sonreír –respondió Patricia. Cuando pidieron la bendición por los alimentos, ella cerró la boca y no dijo nada. Después de la oración, se quejó: 
–No me gusta pescado frito; quiero comer pollo. –Te gustará el pescado cuando lo pruebes –le dijo su mamá. –¿Por qué tenemos que comer pescado con arroz? Yo  tengo antojo para comer papas fritas.  
–El arroz te hace bien –le respondió su mamá con paciencia. 

JESÚS MIRA EL CORAZÓN 

–¿Qué aprendiste hoy en la escuela dominical? –le preguntó su papá, para cambiar el tema de conversación. Al escuchar la pregunta, Patricia sonrió un poco, ya que le  gustaba mucho ir a la escuela dominical. 
–Aprendimos que Jesús mira nuestro corazón. La profesora dijo que tratemos de hacer lo que alegra a Jesucristo. El papá sonrió y asintió con la cabeza. Luego dijo:  –Está muy bueno lo que dijo tu profesora. Patricia, ¿estás  alegrando a Jesús con esa cara sin sonrisa? 

SE SINTIÓ AVERGONZADA 

Patricia pensó por unos momentos y luego respondió: –Creo que no. Mi corazón y mi cara están enojados y eso  no agrada al Señor. 
Patricia siguió pensando, y se puso más triste todavía.  Sintió vergüenza de haberse portado mal. 
–¿Qué puedo hacer? –preguntó a su papá. 
–Pídele al Señor que te perdone. También debes pedirle  perdón a tu mamá. Ella preparó la comida con mucho amor. 
«Perdóname, Señor Jesús», oró Patricia. Después de pedir perdón al Señor  ella pidió perdón a su mamá, y comió todo el arroz y todo el pescado.  
¡Y le gustó! Como postre recibió una linda y  dulce manzana. ¡Qué rico! 

QUERÍA SER BUENA 

A la hora del té, su mamá la volvió a llamar. De nuevo el corazón de Patricia quiso decir: «NO  QUIERO».  Pero en ese momento recordó que un corazón enojado y desobediente no agrada a Jesús. 
«Señor Jesús –pidió Patricia–. Ayúdame a ser obediente.» 
Patricia corrió a sentarse a la mesa. Su papá la felicitó  por llegar rápido y por poner una sonrisa en sus labios. –Creo que mi niña está aprendiendo a ser obediente  –dijo el papá. 
–Sí, papá, estoy tratando de portarme bien, pero no es  fácil. No me gusta tener cara larga; quiero sonreír. 

LA VOLUNTAD DE DIOS 

Esa noche, Patricia pensó en otra cosa que había aprendido en la escuela dominical, de que es la voluntad de  Dios que seamos agradecidos. Se sintió avergonzada por  haberse quejado de la comida. Ella sabía que hay muchos  niños que se duermen con el estómago vacío. 
Patricia dio gracias a Dios por tener un hogar, y por su  mamá que cocinaba con mucho amor para su familia.  Esa noche se durmió con una gran sonrisa en sus labios.  Se sentía contenta por haber sido obediente. 

UN CORAZÓN AGRADECIDO 

¿Qué quisieras que Jesús vea en tu corazón? Si tienes  un corazón malagradecido y desobediente, haz como Patricia; pídele perdón al Señor. Puedes pedirle también que  te ayude a ser agradecido y obediente. 
Tus padres trabajan duro para proveerte lo que necesitas. Ellos hacen lo mejor por darte comida, ropa y vivienda.  Muéstrales tu amor con agradecimiento y obediencia. 
Es la voluntad de Dios que seamos agradecidos. Con  una sonrisa, sé obediente y da gracias a Dios en todo.

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