Un nuevo papa para Pedrito
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Lucas 19:10
Había terminado otra hora de la escuela dominical. Los niños salían alegres rumbo a sus hogares. Sólo Pedrito se quedó sentado, muy pensativo.
–¿Qué te pasa, hijo? –le preguntó bondadosamente su maestro–. ¿Te ha impresionado la historia de Zaqueo? –Sí, me ha hecho pensar. Me pregunto si Jesús puede hacer lo mismo hoy.
Los ojos de Pedrito, ansiosos y llenos de lágrimas, esperaban una respuesta. El maestro de sentó a su lado, y le preguntó a qué se refería.
UNA VIDA TRISTE
Pedrito le contó su triste historia. No había felicidad en su hogar, pues su padre gastaba su tiempo y su dinero en la cantina con sus amigos. Cuando estaba en casa peleaba son su esposa y golpeaba a los niños. Pedrito le tenía miedo.
La noche anterior él apenas había podido dormir; pensaba en lo que le podría hacer su padre, porque para ir a la iglesia Pedrito tenía que escaparse de la casa.
–¿Podría el Señor cambiar a mi padre, así como cambió a Zaqueo? –preguntó entre sollozos al terminar su relato. –Es fácil para el Señor hacerlo –le respondió el maestro–. Pero mucho depende de tu padre. Él tiene que desear ser cambiado. Oremos que el Señor ponga ese deseo en su corazón. Para Dios nada es imposible.
–Sí, por favor –dijo Pedrito, y dobló sus rodillas junto a su maestro. Ambos oraron con fervor y, con nuevas esperanzas, Pedrito salió corriendo para su casa.
POR PRIMERA VEZ EL PAPÁ FUE A LA IGLESIA
Esa misma noche Pedrito entró al templo tomado de la mano de su padre. Era un milagro que él y su padre se habían dirigido juntos al Templo Evangélico.
Dios había empezado a contestar la oración de Pedrito, porque su padre había aceptado acompañarlo al culto. Al llegar, se sentaron en una de las últimas bancas. Un grupo de jóvenes dirigió los cantos. Luego el pastor predicó un mensaje que parecía dirigirse
PEDRITO ORA DURANTE LA PRÉDICA
Al principio el papá de Pedrito no quiso prestar atención al mensaje, pero sin que se dé cuenta, poco a poco fue escuchando. Se sintió incómodo porque ero como que el predicador le estaba describiendo su vida.
El papá dio un vistazo a Pedrito para decirle que quería irse; pero su hijo no lo vio porque estaba sentado con la cabeza agachada, moviendo los labios en una silenciosa oración.
Mientras Pedrito oraba, el Espíritu Santo estaba obrando en el duro corazón de su padre.
–Vamos adelante, papá –le dijo Pedrito cuando el predicador hizo una invitación para los que necesitaban entregar su vida a Cristo.
–Sí, hijo, quisiera pasar adelante –le respondió su padre–. Pero ya es tarde para mí. Mi vida es un enredo y temo que nunca podré vivir como cristiano.
–Papá –insistió Pedrito–, basta que desees ser cambiado. ¿Recuerdas lo que te conté acerca de Zaqueo? Él no pudo cambiarse a sí mismo. Jesús transformó su vida y le ayudó a poner en orden sus negocios. ¡Vamos, papá!
UN NUEVO PAPÁ
Pedrito tomó de la mano a su padre y lo llevó hacia adelante, hacia el altar. El pobre hombre no podía resistir ni a Dios ni a Pedrito. Cayó de rodillas, arrepentido, y entre lágrimas pidió perdón a Dios.
¡Qué felicidad para Pedrito! Dios había salvado a su padre. Alegres volvieron a casa.
El domingo siguiente el maestro se encontró con un Pedrito feliz y radiante. Había venido acompañado a la iglesia de su papá, su mamá y sus hermanos.
–¡Jesús hace lo mismo hoy que cuando cambió a Zaqueo! –le dijo sonriendo a su maestro al saludarlo.
–¡Sí, así es! –le respondió el maestro.
CON CRISTO EN LA FAMILIA
Si tienes padres y hermanos que creen en Jesucristo, agradece a Dios de todo tu corazón. No hay nada mejor. Si, como Pedrito, tus padres no aman al Señor, ora a Dios que entreguen su vida a Jesucristo. ¡Dios quiere salvar a exclusivamente al papá de Pedrito.
Lee le historia de Zaqueo en Lucas 19:1-10. tu familia para que todos amen a Cristo!