El niño que no estaba perdido
¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre? Lucas 2:49 nvi
Rogelio estaba emocionado. Había aprendido en su clase bíblica cómo era la vida cuando Jesús era niño. Ahora tenía algo emocionante que contar en la noche del hogar.
NOCHE DEL HOGAR
¿Noche del hogar? ¿Qué es eso? te preguntas. Es una costumbre que tenían en casa de Rogelio. Cada lunes por la noche se reunía toda la familia para hacer algo divertido. Nadie tenía permiso de hacer
otra cosa esa noche. Lo mejor de todo era que el papá estaba en casa. Él tenía muchas actividades fuera del hogar y Rogelio y sus hermanos casi no lo veían toda la semana. La noche de hogar era algo de lo más lindo para ellos.
A cada miembro de la familia se turnaba en dirigir el programa. Todos, menos Cecilia, porque era muy pequeña. Este lunes le tocaba a Rogelio. ¡Ahora sabía exactamente lo que iba a hacer! Se iba a vestir como un muchacho de los tiempos de Jesús y les iba a contar cómo era la vida en esos tiempos. ¡Qué divertido!
FIESTA DE DISFRACES
Llegó el lunes. Todos estaban reunidos en la sala, esperando impacientes que viniera Rogelio. De repente apareció alguien vestido un poco extraño. Estaba envuelto en una sábana, amarrada con un cordón en la cintura. Tenía una toalla en la cabeza, fijada por la frente, también con un cordón, y llevaba en la mano un palo grueso, como un cayado de pastor.
–¡Ja, ja, ja! –se rieron sus hermanos–. ¿Vamos a tener fiesta de disfraces?
Rogelio se hizo el desentendido y sin hacer caso de las risas comenzó el programa que había planeado. Solo su mamá estaba enterada de los planes de Rogelio, porque ella le había ayudado a preparar el refrigerio.
UNA VISITA DE NAZARET
–¡Shalom! –saludó Rogelio–. Vengo de Nazaret. Les traigo saludos de María y del carpintero José. Todos en la familia están bien. Pero hace poco tuvieron un gran susto. Shalom significa paz. Así saludaban en tiempos de Jesús.
–¿Un susto? –preguntó Angelita entre risitas–. ¿Qué susto?
–Se les perdió su hijo Jesús en Jerusalén. María y José lo buscaron tres días.
–¡Ya sé! –dijo Pepe, recordando algo que había escuchado hace poco–. ¡Se perdió en el
templo! Ahora le tocó a Rogelio explicarles lo que había aprendido acerca de una costumbre de
esos tiempos.
JESÚS Y LA PASCUA
–Jesús fue con su familia a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Era un viaje largo. No había autos ni buses o trenes, como ahora. Viajaban a pie o en burros, y en caravanas, para protegerse de los ladrones que asaltaban a los viajeros.
Rogelio les explicó que dividían las caravanas entre hombres y mujeres, y que los muchachos mayores viajaban con los hombres. En el grupo de mujeres iban las niñas, los varones menores de trece años, y los animales.
Se dividían en grupos porque según los rabinos no se permitía a los hombres viajar en la misma caravana que las esposas de otros hombres. Cuando Jesús fue con sus padres a la fiesta de la Pascua, estuvo en el templo con los maestros de la ley. En el viaje de regreso, María pensaba que Jesús es taba con José y José pensaba que Jesús estaba con María.
Cuando descubrieron que no era así, ya habían viajado un día. Tuvieron que viajar otro día de regreso, y después buscarlo. Por fin encontraron a Jesús en el templo con los maestros.
NO ESTABA PERDIDO
Cuando María dijo a Jesús que lo habían estado buscando y que estaban preocupados, Jesús respondió:
–¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?
Jesús no estaba perdido. El templo, la casa de Dios, era el lugar lógico donde Él quería estar.
Como ves, María y José lo «perdieronۛ» por tener que viajar en dos caravanas, como era la costumbre de esos días. Pero Jesús, el Hijo de Dios, no estaba perdido.
Lee en Lucas 2:51 cómo se comportó Jesús cuando María y José lo encontraron en el templo. Así debiera portarse todo niño. Jesús fue obediente. ¿Serás tú también obediente?