Cuento: En el Golfo de Lepanto ⚓ - Comprension lectora 6to grado

En el Golfo de Lepanto

 

La flota cristiana, compuesta por tres cientos barcos que llevan a bordo unos ochenta mil hombres, navegó casi un mes sin novedad. Pero, el día 7 de octubre, uno de los vigías dio la voz de alarma. En el horizonte se divisaba a lo lejos una formidable escuadra, que no era otra que la del gran turco.

Don Juan de Austria, después de rogar a Dios, por el triunfo de sus armas, dio la señal de combate. Vibraron en el aire los clarines. Miguel de Cervantes, al oír la señal de guerra ni corto ni perezoso, se vistió, ciñó sus armas y subió sobre cubierta. Al mando de doce hombres, nuestro héroe se situó junto al esquife de la “Marquesa”. Momentos después, la batalla estaba generalizada.

Cuando llevaban ya un rato combatiendo, Cervantes vio que se les venía encima de su nave un formidable galerón turco, era como una enorme mole. Un grito estentóreo salió de todas las gargantas del barco cristiano.

El choque fue brutal y ni se comprende cómo la nave cristiana no saltó en pedazos. Borda contra borda, pronto se echaron los tablones de abordaje entre los dos navíos y centenares de turbantes enemigos aparecieron en tropel intentando cruzar las pasarelas. Algunos llegaron a poner el pie en la “Marquesa”, pero los disparos de arcabuz que lanzaban Miguel y los hombres que estaban bajo su mando acabaron pronto con aquellos enemigos y con otros que vinieron después.


Así una vez y otra y otra. Ya no bastaba con el fuego de los arcabuces para contener a los turcos, que ponían cada vez más empeño en entrar en la “Marquesa” . Cervantes gritó:–¡Soldados! ¡Al arma blanca! Manejando las hachas y picas, los hombres de Cervantes lograron, cuerpo a cuerpo, ir haciendo retroceder a los infieles, que unos se retiraban a su barco y otros caían al mar, exhalando gritos feroces.

Entonces, desde el barco enemigo comenzaron a descargar una verdadera nube de flechas.

–¿Estás herido, Miguel? –preguntó uno de los soldados, que vio a su jefe palidecer intensamente.

–¡Nada te importa eso! –contestó–; como nada importa si lo estás tú mismo. Es hora de pelear y no de mirarse los rasguños.

Cuando mayor era el barullo, los ojos de Miguel brillaron. Acababa de ver que el barco enemigo, que los tenía medio aprisionados, comenzó a salir primero una columna de humo y luego una llama que sembró el pánico entre los turcos. Luego se apercibieron de que la nave enemiga se desprendía de la “Marquesa” . Cervantes ordenó una nueva descarga y pronto se vio que el galerón que había estado a punto de aniquilar a la “Marquesa” y a su valerosa tripulación, se alejaba huyendo con sus hombres desmoralizados y un gran incendio a bordo.

Miguel de Cervantes chorreaba sangre como caño.

–¡Vamos, compadre! –le dijo uno de sus soldados–. Ya es hora de descansar y de restañar las heridas.

–No me estorban ahora, como no me estorbaban antes. ¡Hay que acabar! Diciendo esto, se disponía a cargar de nuevo el arca buz cuando sintió que una bala enemiga le atravesaba la mano izquierda. El dolor era

vivísimo y la sangre salía a borbotones. Un compañero envolvió la mano, que parecía una piltrafa, en unos trapos.

–Se me nubla la vista –decía el herido–; aprieta bien la venda para que no salga más sangre, porque quiero seguir aquí. Con los ojos turbios y el cuerpo desfalleciente, Miguel contempló el combate. Veía el mar revuelto y cubierto de espumas sanguino lentas. Muchos barcos incendiados, otros hundiéndose, y por todas partes hombres que luchaban y morían.

En aquel momento, que fue el decisivo y culminante, la galera insignia de Alí Bajá avanzaba hacia la de don Juan de Austria, que, a su vez, salía al encuentro. Ambos navíos quedaron trabados con formidable empuje. Las dos cubiertas quedaron convertidas en un solo campo, y los turcos, en grandes oleadas, saltaban a la zona de lucha combatiendo con fiereza.

Don Juan de Austria, con el sable desenvainando, luchaba como un soldado más al lado de sus hombres y de los valerosos jefes Francisco Doria, Miguel de Moncada, Pedro Zapata y Rodrigo de Mendoza.

El príncipe turco avanzaba buscando enfrentarse con su rival, y a punto estaban de luchar cuerpo a cuerpo el jefe que ostenta bala cruz y el otro jefe portador de la media luna, cuando un disparo de arcabuz dio en tierra con Alí Bajá. Un soldado español, se lanzó sobre el almirante otomano y lo rema tó. Aterrados los turcos ante la pérdida de su jefe, comenzaron unos a arrojarse por la borda, mientras otros se dejaban degollar como un rebaño sumiso y estúpido.

La batalla estaba ganada. El soldado Miguel de Cervantes, que se apretaba el pecho de donde brotaba la sangre, con la mano sana, mientras sentía destrozada la otra, cayó al suelo desvanecido.

Josefina Carabias


Actividad

Relaciona la palabra con su significado escribiendo el número en el paréntesis que corresponda.

1. Esquife (......) Conjunto de buques de un país.
2. Mole (......) Persona destinada a vigilar.
3. Abordaje (......) Gesto de enojo.
4. Arcabuz (......) Botes o canoas que llevan a bordo los buques.
5. Piltrafa (......) Bulto grande.
6. Vigías (......) Antigua arma de fuego.
7. Restañar (......) Acercarse una embarcación con otra.
8. Flota (......) Desechos o restos de cualquier cosa.
9. Ceño (......) Detener el curso de un líquido.

Subraya la alternativa que completa la oración. Luego escríbela donde corresponda.

1. La .......................... chilena estaba compuesta por cincuenta barcos.
a) mole b) piltrafa c) flota d) esquife
2. Miguel lanzaba los disparos de .......................... .
a) mole b) arcabuz c) flechas d) flotas
3. Ya es hora de descansar y de .......................... la sangre de las heridas.
a) abordaje b) dormir c) vigías d) restañar


Subraya la alternativa correcta.

nivel literal
1. El enfrentamiento se produjo entre:
a) chilenos y peruanos. b) españoles y turcos.
c) peruanos y españoles d) españoles y chilenos.
2. Don Juan de Asturias dio señal de combate después de:
a) hablar con el jefe. b) reunir a todos los soldados.
c) rogar a Dios. d) despedirse de su familia.
3. Al oír la señal de guerra, rápido se vistió, ciñó sus armas el soldado:
a) turco. b) Juan de Asturias.
c) Alí Bajá d) Miguel de Cervantes.
4. Los disparos de arcabuz que lanzaban Miguel y los hombres acabaron con:
a) centenares de turbantes enemigos. b) centenares de chilenos.
c) centenares de españoles. d) centenares de peruanos.
5. Los turcos querían ingresar al barco:
a) Encalada. b) Covadonga. c) Marquesa. d) Huáscar.
6. La primera herida de Miguel fue ocasionada por:
a) un revólver. b) un arcabuz. c) una honda. d) una flecha.

Recuerda y contesta.
1. ¿Qué clase de armas blancas usan los hombres de Cervantes?
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2. ¿Qué respondió Cervantes cuando uno de sus soldados le preguntó si estaba herido?
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3. ¿Quién huyó y por qué?
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4. ¿Qué ocurrió en el momento decisivo?
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